miércoles, 19 de octubre de 2011

Jugar es aprender

Se corre el riesgo de considerar que porque el juego está relacionado con el tiempo libre y se trata de una actividad lúdica, la inversión de tiempo en este tipo de actividades resulta improductiva. Por el contrario, el juego ha demostrado ser de gran importancia para el desarrollo de los niños, como defiende el Informe “Juego, Juguete y Salud” de la Fundación Crecer Jugando.
 El juego simbólico (en el que se simulan situaciones y se representan papeles) es una actividad lúdica a través de la cual el niño puede poner en marcha muchos procesos de aprendizaje por medio de la representación de situaciones de la vida cotidiana y del mundo que le rodea. A través de este tipo de juego se puede aprender por imitación comportamientos que ha observado en otros modelos de conducta (como pueden ser los padres, otros adultos o sus propios iguales). Así mismo, en los juegos se pueden representar situaciones que obligan a los pequeños a generar e interpretar nuevos roles, a buscar soluciones para las situaciones que ellos mismos plantean, a ponerse en la situación del otro y a desarrollar habilidades sociales y emocionales (sobre todo cuando el juego es compartido)… En definitiva, los momentos de juego simbólico abren al niño la posibilidad de adquirir un gran número de habilidades de manera espontánea y económica (en la mayoría de ocasiones con pocas cosas basta para que el niño dé rienda suelta a su imaginación), sin tener que experimentar directamente todas las situaciones que en el juego simbólico se pueden simular.


Los Beneficios del juego para el desarrollo de los niños
Como vemos, “El Juego” es una actividad importante en el proceso de desarrollo, pues además de proporcionar momentos de placer y satisfacción para los niños (pues es algo que les expone a emociones positivas y a estímulos gratificantes), supone, como hemos visto, una vía para aprender estrategias de gestión de conflictos, una manera de ensayar habilidades de comunicación y resolución de problemas, una buena forma de liberar tensiones, una oportunidad para afrontar miedos de una manera más fácil… Y todo este conjunto de comportamientos pasarán a formar parte de su repertorio de conductas y podrán ser aplicadas posteriormente en la vida real. Es además uno de los mejores modos de empezar a tomar contacto con el mundo que rodea al niño y experimentar la realidad desde las edades más tempranas.

Está claro que no todos los juegos son de carácter simbólico, ni todos permiten el desarrollo de las mismas habilidades o capacidades, pero es importante entender que los momentos de juego son importantes para la maduración y el aprendizaje de los niños y hay que preservarlos. Prácticamente todos los juegos y todas las actividades lúdicas tienen aspectos positivos (siempre y cuando se establezcan las condiciones y límites adecuados para su uso y práctica) y permitirán generar situaciones para el aprendizaje de múltiples estrategias y habilidades (cognitivas, sociales, emocionales, motoras…
Como establece la OMS (Organización Mundial de la Salud), “la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social” y no la mera ausencia de enfermedad. En el caso de los niños, ese bienestar pasa, sin duda, por la preservación de momentos de carácter lúdico y distendido más allá de la mera actividad académica y “productiva”. Aunque si tenemos en cuenta todo lo aquí tratado, nos podemos dar cuenta de que el juego, lejos de ser una actividad “improductiva”, es productiva y mucho…

Referencias:
Puede encontrarse el Informe “Juego, juguete y salud”. Fundación Crecer Jugando. 2007, haciendo click aquí
En la web de la Fundación Crecer Jugando pueden encontrarse otros documentos de interés y una gran base de datos de juegos y juguetes clasificados por edades, tipología y valor educativo (Ludomecum)

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