domingo, 7 de agosto de 2011

Psicología, Psiquiatría y Medicina: Similitudes y Diferencias

¿De qué se ocupa la psicología?, ¿Qué hace el psicólogo?, ¿De qué se diferencia el Psicólogo del Psiquiatra?, ¿Son los psicólogos médicos?, ¿Pueden los psicólogos medicar?, ¿Es la psicología una disciplina médica?...
Estas y otras dudas son muy frecuentes entre las personas que acuden a psicólogos o psiquiatras por primera vez, así como entre la población en general. Es conveniente aclararlas, pues si bien existen aspectos comunes entre la Psicología, la Psiquiatría y la Medicina (las tres se dedican al ámbito de la salud), también son muchos los aspectos que las diferencian. A continuación intentaré clarificar algunas de estas similitudes.
1.       La Psicología y la Medicina son disciplinas independientes cuyo campo de estudio e intervención es distinto, así como distinta es su manera de describir y explicar los problemas de los que se ocupan.

a)      Campo de estudio: Si bien el objetivo de ambas es a grandes rasgos promover e incrementar la salud de las personas, los problemas de los que se ocupen y el modo en que lo hacen es distinto. La Medicina se ocupa de enfermedades, es decir, de problemas con base orgánica. La Psicología se ocupa de Problemas Psicológicos, cuya base es contextual o ambiental, es decir, son problemas que emergen en la interacción entre la persona (con las estrategias de afrontamiento que tenga en su repertorio) y sus circunstancias vitales. En la medida en que la interacción sea satisfactoria y la persona logre una adaptación a su entorno, no existiría ningún problema, pero si dicha interacción no es satisfactoria y genera malestar, podemos encontrarnos ante un problema psicológico incipiente. Como vemos, no hay ninguna base orgánica en este tipo de problemas, sino que se trata en el caso de lo psicológico, del resultado de un aprendizaje: En la interacción con su ambiente a lo largo de su historia de aprendizaje, la persona ha podido no aprender ciertas estrategias o habilidades que le permitirían superar determinadas situaciones negativas o difíciles del entorno, o bien, las habilidades que ha aprendido pueden no serle útiles en esta ocasión o incluso ser generadoras de malestar. Por ejemplo, una persona que ha perdido a su pareja en un accidente de tráfico podría dejar de hacer todas aquellas actividades que antes compartía con su pareja con el fin de no recordarla y pasarlo mal. Esta estrategia de evitación que inicialmente podría ayudar a la persona a reducir su dolor, a medio-largo plazo llegaría a ser contraproducente, pues la persona se alejaría cada vez más de su entorno social y no sólo no se expondría a actividades, contextos y personas que le podrían volver a reportar gratificación, sino que además favorece el que la persona se exponga a todos aquellos pensamientos y sentimientos negativos relacionados con la pérdida de la pareja, sin permitirse distraerse con otro tipo de estimulación. Con el tiempo, una estrategia que inicialmente pudo ser beneficiosa para la persona, puede convertirse en sí misma en problemática y contribuir a agravar el problema inicial. El aislamiento social, la pérdida de refuerzos, la falta de actividad, la frecuencia de pensamientos negativos… preparan el camino para lo que comúnmente se conoce como Depresión (que no es otra cosa que un problema caracterizado por la presencia de un bajo estado anímico que puede manifestarse de manera distinta en cada caso: presencia de pensamientos negativos, desgana y reducción de la actividad, llanto frecuente…)

b)      Modo de Intervención: Partiendo de que ambas disciplinas se ocupan de problemáticas distintas (orgánicas vs. aprendidas), es lógico que el modo de intervención también sea distinto. La medicina utilizará fármacos destinados a modificar los síntomas físicos de la patología, así como el agente causante de las mismas (ej. Cuando tenemos anginas se nos recetará un antibiótico que acabe con la infección bacteriana y además, probablemente un antiinflamatorio y antipirético para reducir el dolor y la fiebre causados por la infección; si lo que tenemos es un problema hormonal, los fármacos estarán destinados a controlar los niveles de dicha hormona). La Psicología por su parte, hará uso de las Técnica de Intervención  Psicológica, basadas en las leyes y principios de aprendizaje para enseñar y ayudar a la persona a que por sí misma modifique las circunstancias negativas de su entorno o aprenda y utilice otras estrategias más adecuadas para el afrontamiento de las mismas, derivando de ello un mayor bienestar, o al menos, reduciéndose el malestar inicial. En este sentido, la psicología no recurriría en primera instancia a la farmacología (la función de recetar fármacos no está entre las competencias de los psicólogos por no ser médicos), no obstante, sí podría trabajarse en coordinación con los médicos en los casos en que haya patologías orgánicas o problemas físicos asociados a un problema psicológico que requirieran una medicación (ej. a raíz de un problema de ansiedad o de estrés puede haber repercusiones físicas como problemas digestivos, estados de fatiga, dermatitis, caída de pelo…; a raíz de una enfermedad como podría ser la esclerosis múltiple, podría derivarse un trastorno del estado de ánimo… en estos y otros casos, podría ser necesaria una intervención que combinara terapia psicológica y medicación).

Incluso en momentos puntuales, cuando los problemas psicológicos son de intensidad severa, puede ser útil recurrir al uso de psicofármacos recetados por psiquiatras. En estos casos, la medicación tendría como función mitigar ciertos síntomas que pueden dificultar la intervención psicológica para facilitarla. No obstante, las pastillas nunca modificarían las circunstancias vitales que han originado el problema y si la aparición de éste se debe a la inexistencia de ciertas habilidades de afrontamiento o a la utilización de unas estrategias inadecuadas, ésta no nos resolvería nada. Funcionaría simplemente como un “parche sintomático” pero no nos enseña nada sobre cómo resolver el problema y no modifica las circunstancias que lo han generado. En este sentido, son muchos los estudios que han resaltado la mayor eficacia a largo plazo que ha demostrado tener la intervención psicológica versus la intervención con psicofármacos cuando se trata de problemas psicológicos, así como el ahorro económico que conllevaría primar este tipo de intervenciones sobre las psicofarmacológicas (ej. The National Institute for Healh and Clinical Excellence “NICE” y The Centre for Economic Performance´s Mental Health Policy Group de la Escuela Económica de Londres).

2.       La Psiquiatría es una especialidad dentro de la medicina: Los Psiquiatras son médicos que se especializan en el tratamiento de lo que se han denominado trastornos mentales. En este caso, su modo de conceptualizar los problemas sobre los que intervienen y el modo de abordarlos responde al modelo médico, propio de la disciplina en la que se enmarca: La medicina. Pese a que muchas veces Psicólogos y Psiquiatras intervienen en el mismo tipo de problemáticas, la forma de entender estos problemas y la intervención que se les da es diferente. Veamos cuales son estas diferencias en el siguiente punto.

3.       La Psicología es una disciplina en sí misma, con un modelo propio (el Modelo Psicológico) que se diferencia del Modelo Médico al que se adscribe la Psiquiatría, que no es una disciplina sino una especialidad dentro de una disciplina más amplia (la medicina). En este sentido, aunque psicólogos y psiquiatras compartan el mismo campo de intervención (los llamados trastornos psicológicos o trastornos mentales), unos y otros no los definen, ni por tanto intervienen de igual manera.
Los psicólogos defendemos que los problemas psicológicos son aprendidos y desarrollados en la interacción que hace la persona con su medio, mientras que los psiquiatras, en el marco de su modelo médico, proponen causas orgánicas internas para explicarlos. La teoría en la que se sustentan es la de los desequilibrios neuroquímicos en el cerebro. Esta teoría defiende que los problemas mentales serían el resultado de una alteración en los niveles de ciertos neurotransmisores y que la forma de actuar de las personas serían los síntomas de dicha patología interna. Esto no les diferencia de otras patologías médicas como las anginas (infección bacteriana en las amígdalas) y los síntomas físicos que producen (ej. dolor muscular, dolor de cabeza y en las amígdalas, fiebre…). El paralelismo con la medicina, su disciplina madre, es claro, y del mismo modo lo es la estrategia de intervención: El Psicofármaco (fármacos cuyo objetivo de acción es el cerebro y la modificación de los niveles de neurotransmisores que se hipotetizan alterados).


La administración de psicofármacos por parte de los psiquiatras se ha basado desde hace años en la hipótesis del desequilibrio neuroquímico, no obstante, estos desequilibrios aún no han podido ser probados para ninguna de los trastornos mentales recogidos en los manuales diagnósticos. Son muchas las investigaciones que ponen de manifiesto estos hechos, y profesionales de este campo han hecho públicas afirmaciones como las siguientes:
-        Dr. David Burns, ganador del premio A.E. Bennett de la Sociedad de Bioética de Psiquiatría, dijo: “pasé los primeros años de mi carrera, investigando tiempo completo el metabolismo de la serotonina, pero nunca encontré ninguna evidencia convincente de que cualquier trastorno psiquiátrico, incluyendo la depresión, fuera debido a una deficiencia de serotonina del cerebro, de hecho no hay forma de medir los niveles de serotonina en una persona viva, por lo que no hay forma de probar éstas teorías".
-        Dr. Steven Sharfestein, expresidente de la Asociación Americana Psiquiátrica (APA) tuvo que retractarse públicamente ante el boom de la teoría neuroquímica diciendo que "no existe ninguna prueba contundente de laboratorio que determine la existencia de un desequilibrio químico en el cerebro".
-        El psicólogo Bruce Levine, autor de Commonsense Rebellion (La Rebelión del Sentido Común) dice en su libro que “no se han establecido marcadores bioquímicos o genéticos para el trastorno por déficit de atención, el trastorno oposicionista desafiante, la depresión, esquizofrenia, ansiedad, compulsión por el alcohol o el abuso de drogas, sobrealimentarse, apostar, o ningún otro de las supuestas enfermedades, males o trastornos mentales”
No obstante, pese a todos estos datos (o ausencia de ellos), anualmente la industria farmacológica mueve alrededor de 13 millones de dólares.
Volviendo a las diferencias entre Psicología y Psiquiatría, estas se pueden resumir en las siguientes:
a)      Atribución causal del problema: Aprendidas o derivadas de las circunstancias vitales, en el caso de la Psicología, versus orgánicas (desequilibrios neuroquímicos), en el caso de la Psiquiatría.

b)      Intervención en el problema: Haciendo uso de las Técnicas de Intervención Psicológica (psicología), administrando Psicofármacos (Psiquiatría).

Conclusiones:
·         Psicólogos, Psiquiatra y Médicos trabajan en el ámbito de la salud con el objetivo general de mejorarla y favorecer el bienestar de las personas.

·         Psicólogos y Psiquiatras se dedicarían al ámbito concreto de la salud psicológica o mental, interviniendo en los problemas de salud concernientes a este campo específico.

·         Mientras que la Psicología es una disciplina en sí misma, diferente de la psicología, la Psiquiatría es una especialidad dentro de la Medicina.

·         Los Psiquiatras y los Médicos trabajan bajo un Modelo Médico que atribuye causas orgánicas a los problemas de salud (física o mental) e intervendría a través de la administración de fármacos destinados a eliminar los síntomas de la patología.

·         Los Psicólogos trabajan bajo un Modelo Psicológico que establece las causas de los problemas en el aprendizaje que tiene lugar durante el proceso de interacción entre la persona y su contexto o circunstancias de vida. Desde esta perspectiva la intervención se realizaría enseñando a la persona nuevas estrategias de afrontamiento que le permitan llevar a cabo una interacción más positiva con su entorno, así como modificar los elementos negativos de éste (cuando sea posible). Todo esto se lleva a cabo a través del uso de Técnicas de Intervención Psicológica que ponen en juego los principios de aprendizaje.

·         Los Psicólogos no somos médicos y por tanto, no podemos recetar medicamentos, ni tampoco es el objetivo que estos profesionales buscamos, pues nuestro objetivo último es que sea la propia persona la que adquiera la capacidad de superar y hacer frente por si misma los problemas por los que acude a sesión. Sólo de esta manera será posible no sólo resolver el problema de raíz, sino prevenir problemas futuros similares.

·         Los psicólogos sí podemos trabajar de manera conjunta con médicos y psiquiatras cuando sea preciso que la persona tome alguna medicación, ya sea de manera crónica (cuando tenga alguna enfermedad física que así lo exija), como de manera temporal, en el caso de algún problema físico esporádico o cuando la intensidad del problemas psicológico así lo requiera (en este último caso, se debe valorar muy bien la indicación de tomar o no medicación, así como el modo de retirarla).


Documentos Relacionados:









Froján parga, MX; Santacreu, J (1999). Que es un Tratamiento Psicológico. Madrid: Biblioteca Nueva.
González Pardo, H. y Pérez Álvarez, M. (2007). La invención de trastornos psicológicos. ¿Escuchando al fármaco o al paciente?. Alianza Editorial.
Levine, B. (2003). Commonsense Rebellion: Taking Back Your Life from Drugs, Shrinks, Corporations, and a World Gone Crazy Nueva York-Londres: Continuum.
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