Al leer un artículo científico sobre los efectos de un fármaco, se espera que los firmantes del artículo sean aquellos científicos que llevaron a cabo la investigación del fármaco, pero de igual modo que en el ámbito literario se conoce como 'negro' o 'escritor fantasma' al auténtico autor de un texto que después firma otra persona, en la investigación biomédica se está dando el mismo fenómeno de fraude consistente en que primero se prepara un informe científico en el que se destacan determinados resultados, y después se busca a investigadores profesionales dispuestos a poner su firma para avalar el artículo. El objetivo final es simular que se trata de un trabajo independiente realizado por expertos, en lugar de un informe realizado en la mayoría de los casos por la propia empresa farmacéutica que pretende divulgar datos favorables a sus fármacos.
Esta forma de publicar es conocida como autoría invitada ('guest autorship') y parece estar proliferando en los últimos tiempos, como denuncia la revista 'PLoS Medicine' (revista de libre acceso que tradicionalmente se ha mostrado contraria a la proliferación de autores invitados) y los juristas Simon Sern y Trudo Lemmens, de la Universidad de Toronto (Canadá), quienes recuerdan que estos actos fueron considerados delito por el Tribunal Supremo de EEUU hace décadas. Aún con ello esta práctica está extendida e incluso comienza a ser habitual. De hecho, a lo largo de los últimos años, se ha generado toda una industria oculta en la que podrían estar implicados autores e incluso empresas que oferten sus servicios como 'negros'. También se alerta de que hay compañías de marketing o departamentos dentro de las farmacéuticas que planifican los plazos y el modo en que se presentará un resultado.
Estas prácticas no sólo son un delito, sino que violan además los estándares éticos de la investigación. La doctora Adriane J. Fugh-Berman, de la Universidad de Georgetown (EEUU) alerta de que estos informes podrían estar infectando los artículos de revistas de prestigio y Sern y Lemmens, explican que “la 'autoría fantasma' debilita los fundamentos de credibilidad e integridad en los que debería asentarse la publicación de resultados científicos, y más aún en el caso de estudios farmacológicos en los que está en juego la salud de los paciente”.
Esto es algo sobre lo que se deber reflexionar, pues pone en duda la utilidad y el grado de eficacia real de muchos medicamentos, entre ellos los psicofármacos, de los que aún no se ha logrado probar los efectos reales sobre el cerebro. La pregunta a realizarnos es ¿Qué datos nos están vendiendo las farmacéuticas? ¿Hasta qué punto son reales estos datos?
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