En diversos post hemos definido La Psicología como disciplina que se ocupa del estudio científico del comportamiento humano (basándose para ello en estudios experimentales sobre el modo en que aprenden las personas y sobre las Leyes de Aprendizaje subyacentes a las diferentes conductas). Se ha reflexionado también sobre las diferencias entre la Psicología y otras disciplinas con las que ésta comparte intereses y objetivos de actuación (la persona como objeto de estudio y el incremento de la salud y el bienestar de las personas como diana de acción). En concreto, la Psicología se plantea como objeto de estudio la conducta/comportamiento de la persona, es decir, el modo en que ésta interactúa con su entorno o contexto y, en cuanto al objetivo de acción, lo que busca es siempre una modificación o cambio favorable en los comportamientos estudiados. El fin último es siempre lograr una mejor adaptación a su entorno, ya sea laboral, familiar, de pareja, escolar, social…
Como vemos, los ámbitos de intervención de los Psicólogos son muchos, puesto que el comportamiento está en todas partes, es decir, en todas las áreas de la vida, las personas nos comportamos o interactuamos con el entorno para adaptarnos a él. Ésta es la única manera posible en que se desarrolla la vida: a través de una interacción constante con los diferentes contextos en que participamos, con el objetivo último de adaptarnos a las diferentes situaciones que se nos plantean.
A lo largo de esta interacción y proceso de adaptación continuo que es la VIDA, vamos adquiriendo aprendizajes (patrones de comportamiento, incluyendo como tales los modos de hacer, decir, pensar…) que se van incorporando a nuestro “Repertorio Básico de Conductas”, que no es otra cosa que lo que podríamos denominar “nuestro bagaje vital”: son las maneras de hacer, pensar y reaccionar ante diversas circunstancias que se ha incorporado precisamente a partir del contacto o exposición previa a situaciones similares. Es por ello que cuando nos exponemos a una situación o pasamos por un determinado momento vital, no lo hacemos “en blanco”, sino con una historia de aprendizaje previa que puede influir en cómo interpretemos y actuemos ante los acontecimientos, en función de nuestra experiencia anterior y de si disponemos o no de estrategias de afrontamiento eficaces. Estas estrategias se habrían aprendido o no, a lo largo de esta historia de aprendizaje y su presencia, ausencia o mal uso de las mismas, puede derivar en la aparición de problemas psicológicos si confluyen ciertas circunstancias en la persona y el entorno.
Cuando hablamos de lo “psicológico” (es decir, cuando nos referimos a algo poniendo el adjetivo de “psicológico”), nos estamos refiriendo a que es “aprendido”. Cuando decimos que algo es “aprendido”, nos referimos a un cambio en el comportamiento que es producto o resultado de la experiencia (es decir, de la interacción del individuo con el entorno). Pero… ¿qué es lo “aprendido” en las personas?: En las personas lo aprendido es todo su Repertorio Básico de Conductas, toda su historia de aprendizaje, pues a excepción de unos pocos reflejos muy básicos, con los que venimos al mundo y que nos permiten iniciar ese proceso de interacción y adaptación al ambiente, el resto de conductas que vamos desarrollando e incorporando son aprendidas. En este sentido habría pocas cosas innatas (a excepción de este reducido patrón de reflejos) y el resto de lo que “somos”, vendría confeccionado por el tipo de experiencias de aprendizaje y de influencias y modelos de conducta que tengamos a lo largo del desarrollo.
Para llegar a lo que somos habrán jugado un papel fundamental las experiencias de aprendizaje por contacto directo con las situaciones y estímulos y experiencias de aprendizaje indirecto, a través de la observación de la conducta de otros o de la información que otros nos transmiten (medios de comunicación, libros, película, otras personas…). No sería necesario pasar por todas las situaciones para aprender a actuar en ellas, porque somos capaces de imitar y generalizar conductas a situaciones similares sin tener que estar aprendiendo por la experiencia directa con todas ellas.
Hasta aquí podemos sacar varias cosas en claro:
1. Los psicólogos estudiamos la conducta de las personas en interacción con su medio y si esta conducta favorece la adaptación y el bienestar de la persona (o por el contrario causa problemas).
2. El comportamiento de las personas es aprendido y por ello la Psicología se ocupa de “lo aprendido”, para en caso de ser necesario, modificarlo.
3. Lo aprendido, en tanto que no es innato sino que ha sido desarrollado e incorporado al repertorio de conducta en algún momento de la vida, puede ser modificado.
4. El objetivo último que perseguimos los psicólogos es intervenir en el comportamiento/conducta de las personas para favorecer la adaptación a los contextos en que participe (social, laboral, académico, familiar, de pareja…).
Puesto que son muchos los contextos en los que las personas participamos y en los que puede ser relevante introducir modificaciones en la conducta (ej. aumentar el rendimiento laboral o académico, mejorar la comunicación y el trabajo en grupo en un departamento empresarial o en un aula, mejorar los problemas sexuales de una pareja, enseñar a unos padres a establecer límites a sus hijos de una manera adecuada…), son también muchas las especialidades o áreas en las que el psicólogo puede desarrollar sus funciones (formación, recursos humanos, intervención clínica, el contexto educativo, investigación…). De todos ellos, vamos a centrarnos en el ámbito clínico.
El Psicólogo Clínico se propone como objetivo mejorar el bienestar de las personas, ayudándolas a solucionar sus problemas psicológicos. Un Problema Psicológico es aquel problema que emerge en la interacción de la persona con su medio, imposibilitando una correcta adaptación y causándole malestar. Los problemas psicológicos afectan al individuo en su totalidad y a la forma de adaptarse e interactuar con su medio. Su aparición depende de la existencia o no de habilidades psicológicas de afrontamiento en el repertorio del sujeto y de que se haga o no un uso adecuado de ellas (ej. habría estrategias que podrían ser adecuadas ante ciertas situaciones o problemas pero inadecuadas ante otros). Una estrategia de afrontamiento usada de manera inadecuada o ante situaciones inadecuadas podría ayudar a incrementar el problema o convertirse en sí misma en el problema (ej. evitar las cosas que nos dan miedo puede ser ventajoso a corto plazo pero contribuir al incremento del miedo a medio/largo plazo si esto nos impide exponernos a las situaciones temidas, pues el miedo se irá perpetuando). Para que algo sea considerado un problema psicológico debe ser identificado como tal por la persona o por su entorno, no obstante, hasta que no es el propio individuo el que lo reconoce como problemático y busca ayuda psicológica, no se convierte en un “Problema Clínico”, que pueda ser objeto de intervención. Si la persona no detecta un comportamiento como problemático, difícilmente se planteará cambiarlo y hará los esfuerzos necesarios para ello. En ocasiones son terceras personas las que detectan el problema en otro y acuden a consulta (este es el caso de niños y adolescentes, en que los demandantes de intervención suelen ser los padres). En estos casos la intervención podría realizarse a través de estas personas, siempre y cuando fuera posible, aunque teniendo en cuenta que los logros pueden ser limitados.
¿En qué se basa la Intervención Psicológica?
El Tratamiento Psicológico parte del supuesto de que toda conducta, tanto la problemática como la adaptativa, es aprendida en base a los mismos principios o Leyes de Aprendizaje, y por tanto, también puede ser modificada o desaprendida en base a dichos principios. Es importante tener en cuenta que las diferencias entre conducta adaptada y desadaptada son de grado (cuantitativas: intensidad, frecuencia, latencia… de la conducta). La conducta es un continuo y los extremos pueden ser disfuncionales.
Para que la intervención y el cambio sea posible, habría que: 1) Primero describir, analizar y explicar las conductas problemáticas encontrando aquellos elementos o variables que participan en el mantenimiento de dichos problemas (los antecedentes y consecuentes de las conductas inadecuadas), lo que supone realizar lo que se denomina “Análisis Funcional” de la conducta; para 2) En segundo lugar, introducir modificaciones a través de la alteración de dichas contingencias antecedentes y consecuentes, lo que es posible mediante el uso de las Técnicas de Intervención Psicológica.
El psicólogo estudia la conducta como interacción entre el sujeto y su entorno e interviene en los elementos relevantes que participan en dicha interacción, tanto en los que aumentan la probabilidad o favorecen que ciertos comportamientos se den (aunque no son la causa de que aparezcan y se mantengan), como en los que explican que dichos comportamientos aparezcan y se mantengan. A las primeras las denominamos “Variables Disposicionales”, porque predisponen a ciertas conductas (ej. ser un adolescente aumenta la probabilidad de caer en el consumo de drogas, pero no explica que un adolescente consuma o no, ya que aunque es un factor de vulnerabilidad, no todos los adolescentes consumen); a las segundas las denominamos “Variables Funcionales” porque tienen una influencia directa y causal en la conducta, siendo las que explican que ciertos comportamientos se den y se mantengan o por el contrario, desaparezcan (ej. el tener droga disponible y que un amigo la ofrezca persuadiéndote de sus efectos positivos puede ser el detonante para un primer consumo, así mismo, experimentar sensaciones positivas y aprobación social puede explicar que en situaciones similares en que la droga vuelva a estar disponible, se repita el consumo). Como vemos, ambas variables son diferentes: las “Variables Disposicionales” hacen referencia a características o condiciones de la persona o del ambiente más o menos estables (ej. la edad de una persona, las características de su contexto laboral o social, la presencia o no de algún tipo de problema físico, la existencia o no en su repertorio de habilidades de afrontamiento…) y las “Variables Funcionales” hacen referencia al papel que juegan diversos elementos de la situación como estímulo antecedente o de estímulo consecuente (ej. el que aparezca un estímulo que elicita una emoción o evoca un comportamiento que de darse obtendrá unas consecuencias, consecuencias positivas o negativas derivadas de una conducta…). En cuanto a las Variables Funcionales, la investigación psicológica demuestra que aquellas conductas que van seguidas de consecuencias positivas (“refuerzo”) tenderán a repetirse y aquellas que van seguidas de consecuencias negativas (“castigo”) tenderán a desaparecer. Las personas aprendemos que ante una situación antecedente, si emitimos cierto comportamiento, éste tendrá unas consecuencias. En base a estos aprendizajes nos desenvolvemos en nuestro entorno, pudiendo generalizar a otros contextos, incorporar conductas nuevas a nuestro repertorio y modificar las ya existentes.
Los Psicólogos Clínicos para el desarrollo de su labor hacen uso de dos tipos de conocimiento:
1. Un conocimiento teórico sobre las Leyes de Aprendizaje.
2. Un conocimiento práctico o aplicado, sobre la tecnología que hace posible cambio: Las Técnicas de Intervención Psicológica (o Técnicas de Modificación de Conducta)
Por tanto, el papel del Psicólogo Clínico cuando acude una persona a su consulta será:
1) Describir, explicar y predecir la conducta utilizando para ello el Análisis Funcional: Herramienta característica del psicólogo que permite establecer las relaciones funcionales de una conducta con los elementos antecedentes y consecuentes que la explican.
2) Modificar conductas disfuncionales e instaurar conductas funcionales utilizando para ello las Técnicas de Modificación de Conducta, que están basadas en las Leyes de Aprendizaje y han sido avaladas empíricamente a través de investigación de laboratorio. El psicólogo tomará la decisión de aplicar unas técnicas u otras precisamente en función de cuál sea su Análisis Funcional del problema.
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