En ocasiones, cuando el problema psicológico se presenta en niños de corta edad o incluso en adolescentes que se niegan a acudir a terapia, la intervención debe realizarse a través de los padres. En estos casos, son estos los que acuden a terapia buscando resolver los problemas de conducta de sus hijos y son estos los que se convertirán en los principales agentes del cambio a través de la aplicación de las pautas entrenadas en sesión por parte del terapeuta.
Si bien es cierto que no intervenimos directamente sobre el sujeto que despliega la conducta problema, en tanto en cuanto se pueda intervenir a través de los padres (principales controladores de muchas de las contingencias que rigen la conducta de sus hijos) en aquellas variables que mantienen tales conductas, esta intervención tendrá efectos sobre las conductas del niño o adolescente que estén bajo control de esas variables.
Algunos de los argumentos que se han utilizado para abalar la utilidad y la relevancia de incorporar a la terapia psicológica el “Entrenamiento de Padres” (usar a los padres como coterapeutas fuera de la consulta) han sido los siguientes:
1. En muchas ocasiones no es posible intervenir directamente con el niño o adolescente, bien por su corta edad, bien por su reticencia a acudir a tratamiento.
2. Los padres tienen el derecho y la obligación de educar a los hijos dotándoles de la mayor competencia posible para promover su propia salud, prevenir y/o resolver problemas de conducta y facilitar su adaptación al contexto social.
3. Constatación a través de diferentes revisiones y estudios de investigación sobre el tratamiento de los problemas de conducta infantil muestra reiteradamente el “Entrenamiento de Padres” como una de las herramientas con mayor eficacia en lo que a éste área se refiere.
Entre los motivos que explican la eficacia conseguida por las intervenciones a través de los padres se encuentran los siguientes:
1. Dado que la mayoría de los problemas que presentan los niños se presentan generalmente en situaciones muy específicas, cabría esperar que la intervención más rentable sería aquella que pueda prevenir o modificar las conductas problema en el contexto-espacio temporal en el que se produce y promover hábitos y comportamientos más saludables en esos mismos contextos.
2. Puesto que la intervención más efectiva es aquella que se produce de manera inmediata a la conducta problema, cabría esperar que el cambio conductual se produzca más rápidamente en el contexto natural en el que están presentes las variables que controlan y mantienen la aparición de la conducta problema.
3. Los padres, en su interacción cotidiana con sus hijos, son los que con mayor probabilidad, aún sin hacerlo a propósito, han generado o están manteniendo muchos de los comportamientos problemáticos de sus hijos, jugando aquí un papel muy relevante la información/desinformación de estos sobre muchas nociones del desarrollo, la educación y el aprendizaje de los hijos, sus creencias, sus habilidades educativas, su estado psicológico…
Ser padre es una tarea muy compleja para la que no se nace sabiendo. Las carencias o los excesos que presentan muchos padres en sus repertorios básicos de conducta constituyen uno de los principales elementos responsables de la génesis y el mantenimiento de los problemas de conducta de sus hijos durante la infancia y la adolescencia (si bien es cierto que pueden existir otras fuentes de influencia, y cada vez más a medida que el niño se hace mayor). Puesto que además los padres son los principales controladores de muchas de las contingencias que rigen las conductas de sus hijos (controlan castigos y reforzadores muy potentes para estos), un entrenamiento en el modo adecuado de hacer uso de dichos recursos y de manejar de manera más adecuada las contingencias en aras de promover conductas adecuadas y prevenir o eliminar conductas inadecuadas en sus hijos, es de gran relevancia y potencia clínica. Además estos entrenamientos dotan a los padres de unos conocimientos y recursos que podrán ser aplicados en adelante para el control y el manejo de gran cantidad de comportamientos de sus hijos y de situaciones familiares. Es decir, esta herramienta clínica, no sólo encuentra utilidad en el momento en que los padres acuden a sesión por un determinado problema, sino que tienen además un carácter preventivo, en tanto en cuanto permite a los padres adquirir e incorporar en su repertorio comportamientos y conocimientos más adecuados que podrán aplicar en cualquier momento:
· Nociones ajustadas sobre aspectos relativos al desarrollo
· Nociones básicas sobre modificación de conducta y control de contingencias: uso eficaz del reforzamiento y el castigo, uso del modelado y el moldeamiento…
· Habilidades de comunicación
· Habilidades de resolución de problemas
· Habilidades para el manejo adecuado de la disciplina y el establecimiento de límites
Los objetivos de cualquier programa de Entrenamiento de Padres son:
1) Introducir cambios en aquellos aspectos del contexto que favorecen el inicio de la conducta problema.
2) Resolver aquellas dificultades que afectan al buen desarrollo y a la correcta adaptación del niño.
3) Dotar de habilidades a los sujetos generando o incrementando sus recursos teóricos y técnicos con el fin de capacitarlos para prevenir y tratar de forma adecuada el mayor número posible de conductas y situaciones problemáticas. Esto implica que aprendan a controlar/modificar tanto la conducta de sus hijos, como sus propias reacciones.
Estos programas favorecen así mismo el aumento de compromiso y responsabilidad por parte de los padres en las tareas de educación y en el desarrollo de sus hijos, así como aumentan el grado de conciencia sobre la gran dificultad que entraña la tarea de ser un buen padre/madre. En estos programas, los terapeutas, más que resolver por sí mismos los problemas que presenta un niño, entrenan a los padres a que sean ellos mismos los que manejen estos problemas, enseñándoles a desarrollar de manera más adecuada su papel de padres, basándose en el supuesto de que aquellos padres que conozcan los principios de aprendizaje y que sean capaces de modificar con éxito alguna conducta de sus hijos, también serán capaces de generalizar esos aprendizajes y diseñar por sí mismos programas eficaces para modificar las conductas problemáticas que puedan aparecer en el futuro.
Referencia:
Olivares, J., Méndez, F.X., Ros, M.C. (2009): El entrenamiento de padres en contextos clínicos y de la salud. En V. E. Caballo y M. A. Simón (dirs.). Manual de psicología infantil y del adolescente. Trastornos específicos. Madrid. Pirámide.
Olivares, J. y Méndez F.X (1997): El entrenamiento de padres en contextos clínicos y de la salud en España. Psicología Conductual, 5 (2), monográfico.
McMahon, R. J (1991): Entrenamiento de padres. En V. E. Caballo (dir.). Manual de Técnicas de Terapia y Modificación de Conducta. Mdrid. Siglo XXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario